jueves, 12 de febrero de 2009

EXILIO



DON JUAN TEJON BAQUERA, EXILIO

Mi abuelo se quedo en Paris intentando sobrevivir como podía y escapar a los nazis, no lo consiguió, Las buenas relaciones de Franco con Hitler llevaron a que este pidiera que se le entregara algunos republicanos españoles a los que seaba asesinar. Todos conocemos el caso de Luis Companys, hecho prisionero por la policía colaboradora francesa, fue entregado a los SS. Llevado a Barcelona fue traducido ante un tribunal militar, donde se le juzgó como rebelde, él que fure defensor de la legalidad republicana, los que eran verdaderamente rebeldes y golpistas le condenaron a muerte y fue fusilado en el Fossar de Montjuich un 12 de octubre, fue el único presidente fusilado en Europa. Algunas asociaciones, como la mía, nos reunimos cada sábado último de mes en la plaza de San Jaime para pedir la anulación del juicio ilegal que le condenó, y la de todos los otros.

Mi abuelo también fue pedido por Franco como un regalo, las cosas fueron como para el Presidente de la Generalita, la policía francesa lo detuvo y lo interno en la prisión de la Santé, aunque en francés santé quiere decir salud las mazmorras eran poco saludables, frías, húmedas y siniestras, las ratas corrían por todas partes. Don Juan pasó allí algún tiempo esperando su traslado hacia España, donde sabía que le esperaba la muerte.

Por fin se le envió por tren con un SS como guardián y esposado. El viaje desde Paris a su patria era largo, sobre todo en aquellos tiempos revueltos en los que los trenes debían dejar la prioridad a las largas filas de vagones de animales cargados de deportados que se enviaba a los campos de exterminio, acabar con ellos era una prioridad.

Aprovechando que su guardia le había quitado las esposas para ir al vater, pudo saltar del tren y esconderse, evitando la batida para encontrarlo. Escapar a los nazis era difícil, Francia estaba ocupada y controlada por ellos, como la imaginación no falta en la familia, mi abuelo encontró el método para volver a Paris, allí conocía gente y le seria más fácil esconderse, eso es lo que esperaba.

Encontró un pico abandonado y empezó a subir por la vía en dirección a la capital, dando golpes en los raíles, simulando ser un empleado entregado a la verificación del buen estado de las vías. Los kilómetros se hacían largos sin nada que comer y si se encontraba con alguien no se atrevía a hablarles, no sabía francés, por las noches dormía entre los matorrales. Por fin la fatiga pudo con él, llego a una estación y se dio cuenta de que no podía mas, se acerco a la taquilla y pidió al empleado, -Paris-, y le dijo en un murmullo, -no puedo pagarle- sin decir nada el empleado le tendió el billete y le hizo sigo de partir, seguramente le salvo la vida.

Paris estaba ocupado y vigilado, Juan no pudo encontrar a nadie que le ayudase, los republicanos, también perseguidos por franceses y alemanes para llevarlos a campos de trabajo o de exterminio se escondían o habían pasado a formar parte de la resistencia, la tan cacareada resistencia francesas fue el hecho de republicanos españoles y de otras nacionalidades perseguidos por el fascismo. Sin dinero y sin sitio donde meterse encontró la solución, fue a Le Halles, el gran mercado de Paris, el famoso “Ventre de Paris” de Zola, allí pudo encontrar un trabajo donde no le pedían ningún certificado, descargaba los camiones de frutas y verduras que surtían Paris.

Por las noches dormía en las cuevas húmedas donde se guardaban los frutos, en este caso los plátanos, trabajaba sobre todo para Pierrot la banana, español llamado así en honor de los frutos que distribuía. No tardo mi abuelo en entablar amistad con un español llamado Modesto, originario de Fuente albilla, emigrado económico desde hacia ya muchos años, cuando supo las condiciones en que vivía mi abuelo le ofreció su casa y su amistad, este hombre admirable ha iluminado con su bondad nuestras vidas. Su mujer y su hija habían vuelto a España asustadas por el peligro alemán, y como estaba solo ofreció su casa a mi abuelo. Vivía en la calle Quincampoix, no lejos de les Halles, su casa, donde yo y mi madre también estuvimos refugiadas, se convirtió en un albergue seguro para nosotros y para otros que huían del furor franquista, cuando desapareció nuestro benefactor su familia que considerábamos como la nuestra, siguió brindando abrigo a antifascistas hasta la muerte de Franco, hablaré de ellos cuando cuente mi llegada a Paris, pero quiero decir aquí que a Modesto Monteagudo nunca le olvidaré.

Mi abuelo no pudo trabajar mucho tiempo en la banana, las privaciones y las celdas de la Santé, desencadenaron en él la tuberculosis, azote de nuestra familia. Lo que le salvó por el momento fue el amor, encontró una mujer que se ocupo de él, Adelaida Portillo que fue esposa del guitarrista Segovia, separada de él, vivía con su hijo Andrés, no se como se conocieron pero vivieron juntos y gracias a ello Juan experimentó una ligera mejoría, pasajera, como veremos.

Andrés Segovia era por entonces un muchacho díscolo, mi abuelo hizo lo posible por encaminarle, se dio cuenta de sus dotes para la pintura y contribuyó a que siguiera este camino, Andrés llegó a ser un pintor conocido y vivió de su arte, le conocí en Paris, como a su madre, ya hablaré de ellos cuando pasen a formar parte de mi vida.

Paris fue liberado y la guerra se acababa, las ilusiones de mi abuelo, como las de todos los refugiados, por volver a su país no duraron mucho, los mismos que derrotaron al nazismo ahora apoyaban al régimen franquista, impidiendo incluso que los soldados republicanos pudieran acabar con la feroz dictadura.

Quizás fue por esta causa, la desilusión, que el estado de salud de Juan empeoró, Adelaida comprendió que debía hacer algo para salvarlo, el húmedo clima de Paris no es el más apropiado para estas enfermedades. Consiguió un ayuda para refugiados y con lo poco que ella tenia marchó con el enfermo a Suiza, no a uno de esos grandes sanatorios para ricos, no, ellos se instalaron en una modesta pensión, de lo que se trataba era de que el aire puro de la montaña acabara con el bacilo.

La enfermedad siguió su curso, el médico no dio muchas esperanzas a la compañera de mi abuelo, sus días estaba contados, una noche se despidió de ellos, diciendo que seguramente aquella noche seria la última, mi abuelo sofocaba, el aire no entraba en sus pulmones dañados, Adelaida paso toda la noche a su lado, pendiente de recoger su ultimo suspiro, los ruidos y carreras que se oyeron de pronto en la pensión no consiguieron distraerla, ni siquiera los gritos y llantos de la propietaria pudieron separarla del moribundo.

Llegó el alba, el peor momento para los enfermos, aquí sucedió todo lo contrario, los pulmones de Juan parecieron abrirse al aire, respiro tranquilo y cayo en un placido sueño, el peligro había pasado y en pocos días se recuperó, hasta el punto que decidieron dejar la pensión, la patrona los miraba con inquina, hacia solamente unos días que su hija había muerto durante la noche sin que se supiera porque.

Al despedirse la dueña de la pensión les miró con odio y les dijo

-No vuelvan mas por aquí, la culpa de la muerte de mi hija la tienen ustedes, la noche en que murió la muerte vino a buscarle, usted agonizaba, pero se equivocó de habitación y se llevó a mi hija, usted esta vivo y ella muerta-

No se si seria verdad, pero mi abuelo mejoro continuamente, aunque nunca llegó a curarse, la muerte fue a buscarle muchos años después y esta vez no se equivocó de presa.

No se cuantos años mi abuelo vivió en Paris, después de Adelaida tuvo otros amores, años después conocimos a algunas de sus enamoradas, no lo habían olvidado, Juan era un hombre que amaba a las mujeres y ellas lo sabían.

Como la tisis seguía progresando Juan tuvo que dejar Paris para fijarse en el sur de Francia, los últimos años de su exilio los paso en Cambo-les Bains, cerca de Bayona, vivía en una pensión familiar y pintaba cuadros para ganarse algún dinero, vivía modestamente con algún subsidio para enfermos, no se si sus cuadros eran buenos, los pocos que vi. me parecieron estupendos, son una reliquia y el verlos me animó también a mi a dedicarme a la pintura, no creo que ni mi abuelo o yo seamos grandes pintores pero seguro que hemos disfrutado mucho pintando,

Yo le conocí en Cambo, en el curso de un viaje que hice allí con mi madre, ya lo contaré cuando llegue su momento, solo quiero recordar nuestra separación en la frontera que estaba cerrada y debíamos pasar a pie el puente sobre el Bidasoa, una línea lo partía en dos, mi abuelo nos acompañó hasta el limite, nos abrazamos, no sabíamos cuando volveríamos a vernos, no podíamos separarnos, tan fuerte era nuestro dolor, un poco mas lejos los guardias españoles nos contemplaban divertidos, no debía ser la primera escena de adioses a la que asistían , por fin pasamos la línea, cuando volvimos la vista atrás allí estaba mi abuelo mirándonos hasta que nos perdimos de nuevo en el país al que él no podía volver, aquel siniestro puente para mi fue un símbolo del exilio, a pesar de mis pocos años no lo he olvidado y sigo viendo la negra silueta de mi abuelo envuelto un su abrigo oscuro, cada vez es mas pequeña, hasta que desaparece, también de mi vida desapareció durante muchos años, poco pude verle, pero su recuerdo siempre me acompaña.

1 comentario:

  1. Milagritos? Soy Mari Paz de Valencia , la hija de Maquel (Miguel Ängel Tejón) tu prima. . No sabia parte de la historia del abuelo Juan y ..en fin, llevo unos días tontos, han desaparecido en pocos meses las dos de las personas más importantes para mi. mimadre y la tia Toya, así que me he emocionado. Un beso mi e-mail es paztejon@gmail.com por si me quieres escribir

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