miércoles, 11 de febrero de 2009

JOSE IGNACIO TEJON, JESUITA, MI TIO MATERNO

Mi madre y su hermano en Córdoba


MI TIO MATERNO, JOSE TEJON, JESUITA BAJO EL NOMBRE DE JOSE IGNACIO TEJON

Voy a escribir aquí la historia de algunos familiares que cruzaron mi vida, así no tendré que contar quienes son y sus hazañas cada vez que aparezcan, empezare por mi tío Pepe, así le llamamos siempre, hermano de mi madre era el mayor de los hijos varones de Juan y Milagros, mi madre fue la hija favorita de su padre, Pepe lo fue de su madre, estaban muy unidos y con ella empezó a aprender el solfeo y a tocar el piano, mi abuela sabia de música, era una de las cosas que debían aprender las hijas de buena familia, esas lecciones determinaron su vida.

Pepe era muy religioso, como su madre, y seguramente no aprobaba la conducta donjuanesca de su padre, tampoco compartía sus ideales socialistas, pero debía acatar las ordenes del padre, como dios mandaba. Estaban en Barcelona cuando empezó el principio del fin de la República, Pepe vivía con la familia, pero su padre le dio orden de incorporarse a las filas del ejercito republicano, lo hizo porque no podía dejar de hacerlo y lo único que consiguió fue unirse como soldado a la retirada que le llevó al campo de Argeles en compañía de Claudio, uno de los dos hermanos que acompañaban a su padre en los mítines socialistas, es curioso pensar que en ese mismo campo estaba el que luego fue mi marido, hoy día yo vivo en Argeles, muy cerca del campo, compartiendo la memoria de los que por allí pasaron, de los que allí quedaron.

No estuvo mucho tiempo internado, Mario, el hermano de Claudio era un personaje misterioso, tenia contactos de toda suerte y mando a un amigo al campo, entró como visita y les entregó vestidos presentables, los cambiaron por el uniforme y salieron diciendo que habían entrado para visitar a familiares, no debía ser fácil vigilar a tanta gente, desde allí pudo tomar el tren a París donde le esperaba su familia.

Pepe no estuvo largo tiempo en Francia, acompañó a su padre y a Mario a París mientras su madre y sus hermanos estaban refugiados en Courtry. Al entrar las tropas alemanas en París mi abuelo los mando a España, no debía figurarse el calvario que seria el de su familia, aun no podían suponer los exiliados la cruel perversión que reinaba en el estado fascista.

La vuelta de la familia de mi madre fue una tragedia de mas de las que ocasiono la guerra, nadie estaba dispuestos a ayudarles, mi abuela no estaba preparada para hacer frente a esta situación y su hijo aun menos. En ausencia del padre era él  jefe de familia pero fue incapaz de reunirlos bajo un techo y de trabajar para mantenerlos y defenderlos, no supo o no quiso hacerlo.  Encontró la solución en el convento, sus tías monjas en las Esclavas habían acogido a sus hermanos Toya y Miguel Ángel a él le propusieron el seminario, fue una buena solución, entró en los Jesuitas donde acabó una carrera de música brillantemente, después pidió que le enviasen al Japón, allí existía la Universidad de Música Reina Elizabeth, patrocinada por la reina de Holanda, marcho a Hiroshima para aprender japonés, al parecer no todos lo conseguían, con el tiempo fue rector de la Universidad, compositor y director de coros y de orquesta, me contó que los japoneses eran muy sensibles a la música y eso hacia que pudiesen convertirlos al cristianismo fácilmente, pera eso tenían la universidad, no con afanes artísticos.

Muchos años después me dijo respondiendo a mi pregunta que si marchó a evangelizar japoneses fue porque la familia le pedía ayuda pero luego no hacían nada de lo que les aconsejaba, en el Japón encontró tranquilidad y un reconocimiento social que siempre buscó. Yo recuerdo algunas visitas que le hacíamos en Madrid, no se porque me llevaban al palacio de los jesuitas para verlo, mi tía y mi madre con mi abuela tenían que hablarle de sus problemas, nos recibía en una enorme sala, alargada y con ventanas a un lado, la pared de enfrente estaba cubierta de magnificas tapicerías, yo las miraba fascinada, eran bellas, pero lo que me horripilaba era los temas, todos contaban la evangelización de los salvajes por los jesuitas, Ignacio, Francisco Javier y sus compañeros figuraban con lanzas luchando contra el diablo con rostro de los nativos de otros pueblos, al final se veía a los salvajes cubiertos de plumas, grandes y fornidos, arrodillados delante de los hombres de negro y besando humildemente sus pies, aquello me incomodaba, soñaba mientras los miraba que aquellos bellos salvajes se levantaban y acababan dando una patada a aquellos ensotanados en salva sea la parte, aun no he perdido la esperanza de que así sea.


Mi tío pasó largos años en el Japón, casi toda su vida, le veíamos de vez en cuando, durante sus viaje a Europa, yo lo encontré en París cuando venia a ver a mi madre, ya iré contando nuestras relaciones, por mi parte puedo decir que le tome cariño, me aprecia un hombre solo del que nadie hacia gran caso en la familia, su única afección era la de su hermana Milagros, ya le encontraremos en el curso de mi vida, solo quiero recordar para acabar su semblanza que murió unos meses después de mi madre, tuvo ocasión de decir una misa por ella en la catedral de París, yo me había negado a hacer funerales religiosos por ella, él se dio el gusto de hacerlos sin importarle los deseos de su hermana, fue jesuita hasta el final.





1 comentario:

  1. Buenas tardes:
    Me llamo José Cárdenas y estoy realizando un trabajo sobre los poemas musicados de Rubén Darío. En el proceso de investigación he descubierto que su tío José Ignacio Tejón Sanz tiene registrado en la SGAE un tema sobre un poema de este poeta nicaragüense. Me podrían indicar si conocen de la existencia de otros poemas no registrados y si algún familiar conserva las partituras?.
    Gracias.

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