sábado, 7 de febrero de 2009

MI CUÑADO ALBERT, SOBREVIVIENTE DE AUSCHWITZ



MI CUÑADO ALBERT, SOBREVIVIENTE DE AUSCHWITZ

En estos dias se celebra el aniversario de la liberación por el ejercito soviético del campo de la muerte , allí donde se concentra toda la maldad del mundo, se ha escrito mucho sobre ello y aun es poco, yo quiero recordar a mi cuñado Albert Farhi, fue uno de los mas jóvenes que sobrevivieron, murió el año pasado sin poder tomar parte en el aniversario, aunque quizás no hubiera querido hacerlo, si salió con vida algo suyo murió en el campo del horror, nunca se repuso de lo que allí sucedió.
Albert era un judío sefardí, es decir de origen español, sus lejanos antepasados fueron expulsados por los reyes Católicos¸fue una tragedia para ellos y para el país ya que con su trabajo y su comercio generaban riqueza, España nunca se repuso de esa perdida, como la de los moriscos, el fanatismo religioso acabo con ellos. Mi cuñado, marido de Sara hermana de mi marido nos hablaba alguna vez en el español del siglo XV, era una lengua melodiosa y entrañable, en su familia aun la hablaban. Al perder lo que era su patria los antepasados de Albert se afincaron en Turquía, donde existían muchas comunidades sefardíes y allí vivieron hasta que las convulsiones del final de la primera guerra mundial les decidiera a buscar otros países mas tranquilos, el padre de Albert quiso marchar a los Estados Unidos, meta de muchos emigrados, para eso vino a Paris donde ya tenia una novia preparada¸se casarían y marcharían buscando su nueva vida, pero era sin contar con el amor que muchas veces es una trampa del destino. Durante su espera para casarse conoció a una joven de la que se enamoró, con el escándalo consiguiente ya que todos esperaban otra boda, además su enamorada no deseaba marchas lejos de su familia, así que decidieron renunciar al viaje, casarse y vivir en Paris, debía ser una bonita historia de amor, no lo fue, acabó mal por culpa de los nazis, tuvieron muchos hijos, el mayor fue Albert, casi todos los otros fueron exterminados en Auschwitz con sus padres.

El señor Farhi se afinco en Paris, trabajaba como obrero en una fábrica de automóviles, pasaron los años, vinieron los hijos y vino la guerra, los judíos fueron perseguidos y entregados por la policía francesa para ser exterminados en los campos de la muerte. La familia Farhi no fue molestada, estaban lejos de Paris y nadie reparaba en un humilde obrero, ya casi en los últimos años de la guerra llegó la primavera del 44, tres hermanos de mi cuñado se fueron a pasar unos días a la costa con una asociación caritativa, él debía haber ido también pero su madre le pidió que se quedara para ayudarla con sus hermanos mas pequeños, eran tres, así que se quedo con sus padres.  Farhi decidió un día de asueto ir a Paris para visitar a uno de sus amigos, hacia tiempo que no se veían, era un turco y hablar con el le recordaba los días de su juventud, el turco tenia un bar, acogió a su amigo con los brazos abiertos, le invitó a beber y le dejo unos momentos para hacer un recado, a su vuelta estuvieron hablando mucho tiempo, la conversación acabó cuando apareció la policía para detener al señor Farhi, el turco le denunció, se ofrecía una prima al que denunciara a un judío y el dinero pudo mas que la amistad, la policía francesa entregó su presa a los nazis que le enviaron hacia el campo de exterminio, pero no solo.
La señora Farhi nada sabia de lo sucedido, vinieron a avisarla de que su marido estaba en manos de los SS y que lo deportarían, la aconsejaron que se escondiese con sus hijos, no, dijo la pobre mujer, nosotros somos unos trabajadores y no pueden acusarnos de nada, no se escondió y no tardaron en venir a buscarlos, a ella y a sus tres hijos, todos marcharon hacia la muerte en el convoi del 5 de mayo del 44.

Hasta el final de la guerra hubo muchos judíos que ignoraban lo que pasaba, no podían creer en el horror que les esperaba y se negaban a escapar cuando tenían ocasión, las autoridades nazis hacían lo posible por que reinara el silencio.
Las horribles fauces de Auschwitz les esperaban, nada mas llegar la madre y los hermanos pequeños fueron conducidos inmediatamente a los hornos crematorios, al padre y Albert los reservaron para que trabajaran hasta morir de agotamiento, Albert sobrevivió, era joven y fuerte, su padre no llego a vivir mas que dos meses.
Conocí a Albert en Paris, acababa de casarse con Sara, la hermana de mi marido, yo no sabia nada de su historia, y él no contaba nada, me llamó la atención que cuando comíamos juntos siempre cogía los platos de su esposa y el suyo y los protegía como si quisieran quitárselos, mi marido se dio cuenta de mi extrañeza y me dijo que era un superviviente del campo de la muerte y que allí debían proteger la poca comida que les daban si querían sobrevivir, ves, me dijo yo como muy deprisa ya que en el campo del muro del atlántico donde estuve prisionero de los nazis al terminar mi pitanza corría a ponerme en la cola otra vez para poder tener doble ración.
Como mi cuñado nada contaba de su terrible historia un día decidí preguntarle, me dijo que si no hablaba era porque no creía que pudiera interesarle a nadie lo que le sucedió, le explique que se equivocaba, nos interesaba a todos y a mi mas que a nadie ya que en España nada se hablaba de los horrores cometidos por los nazis, pero mi abuela que había estado refugiada en Francia me contó cuando yo tenia 5 años la organización de los campos de la muerte y desde entonces he vivido con esas escenas de horror. Entonces nos habló, nos enseñó el número que tenía tatuado en el brazo y que siempre escondía, después de contarnos su historia ya no lo escondió más.

La noticia de que el ejercito soviético se acercaba al campo de la muerte y que el mundo enteró sabría lo que allí sucedía no tardó en saberse, los verdugos decidieron para ocultar sus crímenes acabar con todos los prisioneros aun en vida y borrar las trazas del campo, no tuvieron tiempo de hacerlo, nada podía detener la marcha hacia la victoria del ejercito soviético, así que organizaron la “Marcha de la Muerte”, a los prisioneros que aun podían andar los formaron en columnas para llevarlos hacia otros campos donde serian exterminados, así lo hicieron, los últimos que no murieron durante la marcha fueron ahogados al llegar al mar.

Albert fue de los que podían andar, detrás quedaron los moribundos, los hornos crematorios, las montañas de huesos, los montones de cabellos humanos arrancados a las victimas, el mundo tuvo por fin que contemplar lo que allí, y en otros campos sucedió, durante años se habían negado a enterarse, no hablemos de lo que allí pasa, ganemos la guerra y después ya veremos decían, por fin pudieron ver y lo que vieron nunca podrá ser olvidado. El horror de la marcha fue el mismo que el de los campos, latigazos a los que no iban deprisa, tiro en la nuca a los que caían, no se les daba ni agua ni comida, si quedaban en las cunetas mejor, los nazis siempre han amado las cunetas para sus victimas, veamos España.

Mi cuñado y un puñado de compañeros comprendieron pronto que no sobrevivirían así que decidieron escapar, no era muy difícil, no había bastantes nazis para guardarles, algunos desertaban para luego hacerse pasar por prisioneros o entregarse al ejercito americano y así escapar al castigo que temían. Una noche empezaron su marcha particular que les llevó a atravesar Polonia, al principio se escondían y comían lo que encontraban en los campos abandonados, hasta que un día entraron en un pueblecito casi abandonado, algunas mujeres salieron a verles, su aspecto era tan miserable que no tuvieron miedo de ellos y les ofrecieron de comer, les contaron que vivían allí solas en sus tierras abandonadas por los hombre tal vez muertos o prisioneros quizas enrolados en cualquier ejercito, temían a los desertores y a los bandidos, no tenían hombres para defenderlas, les hicieron una proposición que no era indecente, les pidieron que se quedaran con ellas, en el estado en que se encontraban no podrían ir muy lejos y allí era la tierra de nadie, si estaban en el pueblo los bandidos no se atreverían a robarlas y violarlas, el hecho de que hubiese hombres les disuadiría, ellos aceptaron, fue una escena increíble, cada mujer eligió el hombre que mas la convenía, hasta un pobre viejo que había conseguido llegar hasta allí ayudado por los jóvenes lo aceptaron, nos interesa, dijeron, es un hombre y eso nos basta, les advirtieron riendo de que tenia muy mal genio, las mujeres contestaron que ya se encargarían ellas de meterle en vereda, así fue, Albert nos contaba que nunca habían estado mejor atendidos, las mujeres les servían como a señores y eran ellas las que trabajaban en los campos, cuando estuvieron mas fuertes también los muchachos se ocuparon de siembras y cosechas, habían decidido pasar allí algún tiempo, no sabían si la guerra había terminado y en que estado encontrarían su país, querían acumular fuerzas para poder afrontar el camino que les quedaba.
Vivian bien, era un hecho pero deseaban volver a su país y a su familia, no todos, algunos decidieron quedarse para rehacer allí sus vidas, una noche Albert y los que habían decidido partir tomaron otra vez el camino que les devolvería a su país, de los que quedaron en Polonia nunca mas supieron, ellos anduvieron durante días hasta encontrar las avanzadas del éjercito liberador, se presentaron como supervivientes del campo de la muerte, casi no podían creerlos pero el tatuaje daba fe por ellos, volvieron a Francia, mi cuñado encontró a dos de sus hermanos y a una hermana, los que se salvaron al estar fuera de Paris, una familia amiga los acogió y siguieron en Paris sus vidas, cada uno la suya. Albert se casó, divorcio, trabajó siempre en el comercio y un día conoció a mi cuñada, se enamoraron, se reconocieron, los dos eran victimas y supervivientes del horror con que el nazismo cubrió Europa, atravesaron el resto de su vida cogidos de la mano, llevando en su corazón el recuerdo de sus desaparecidos, el dolor de lo que sufrieron, él en el campo de la vergüenza de la humanidad, ella atravesando las montañas heladas siguiendo la retirada con su madre y su hermano enfermo, esperando encontrar a un padre al que ya hacia tiempo que los franquistas habían fusilado. Los dos murieron casi al mismo tiempo, los dos reposan juntos, quizás no debiéramos olvidar el dolor que ensombreció sus vidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario