miércoles, 18 de marzo de 2009

MIS ABUELOS PATERNOS



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FRANCISCO DE CASTELLS E IRENE DE ADRIAENSENS, MIS ABUELOS

Seguiré contando la historia de Irene, del que fue su marido conozco menos la historia, murió cuando apenas tenia año y pico y la verdad es que poco oí contar de él en la familia.

Irene quedo huérfana, como ya he contado, y su situación cambió, aunque su padre ocupó grandes cargos murió sin ninguna riqueza, en aquel tiempo los servidores de la Corona no aprovechaban su situación para enriquecerse, ahora si, empezando por el monarca que nos rige.

El único bien que poseían la madre y la hija eran unas tierras situadas en Elda, allí se fueron a vivir retiradas de la familia de Valencia que aunque seguían relacionándose con ellas, las consideraban como parientes pobres.

No creo que Irene fuera desgraciada, su madre seguía velando por ella y la colmaba de mimos. Cuentan que cuando Irene dormía la tradicional siesta, su madre salía a la calle, colocaba una silla bajo su bacón para cuidar que ningún ruido fuera a despertar a su tesoro, cuando los vendedores ambulantes pasaban por la calle les impedía anunciar sus mercancías de viva voz, como era costumbre, para que no molestaran a la durmiente.

Privada de fiestas y saraos mi futura abuela daba rienda suelta a su fantasía, escribía canciones, tocaba la guitarra y adornaba su balcón con toda clase de flores, quizás recordara la lujuriante vegetación de los países en los que había crecido, en invierno falta de flores frescas las ponía de papel y en el pueblo todo el mundo se asombraba de que pudiera hacerlas crecer fuera de época.

El bacón tenia una función importante, detrás de la celosía y en su mecedora esperaba tocando su guitarra la visita de sus pretendientes, al parecer tuvo muchos, fue considerada como una belleza según los gustos de la época, tenia de todo.

Los enamorados le escribían cartas y poemas que pasaban entre las rejas y quizás ella les respondiera del mismo modo. Me contó que uno de sus primos se enamoró perdidamente y pidió su mano, nunca lo hubiera hecho, el matrimonio entre primos estaba prohibido y toda la familia se opuso terminantemente a aquella boda. No se si mi abuela llegó a amarle pero tantísimos años después aun le recordaba, me contó que se volvió loco, lo encerraron en un manicomio y allí escribía cartas todos los días, que luego echaba por la ventana murmurando, “para ella”.

Los años pasaban. Irene tenia de sobras la edad en que una joven de buena familia debe casarse, así que sus familiares se pusieron a buscarle un novio adecuado, me contaba que la invitaban a algunas fiestas en Valencia, ella no quería ir ya que no tenían dinero para presentarse con el boato debido, pero por fin no pudo dejar de asistir a algunas que se daban en su honor, en vista de presenatala a posibles pretendientes. Aunque esta historia os recuerde una película, que por cierto tuvo una trágica incidencia en mi vida, os aseguro que es cierta, Irene con unas cortinas y algunos encajes se confecciono trajes para aparecer elegante en sociedad.

En estas presentaciones familiares acabó aceptando a su futuro esposo y abuelo mío, Enrique de Castells, era militar y algunos años mayor que ella, esto estaba muy bien visto en aquella época, se prometieron y su noviazgo duró varios años, por fin don Enrique le dijo que debían casarse de una vez ya que la gente empezaba a extrañarse al ver que eran los novios eternos. Irene se casó, un día me dijo que si prolongó todo lo que pudo su noviazgo fue porque no quería tener muchos hijos, no lo consiguió, tuvo seis, uno de ellos mi padre.

La vida del matrimonio debió ser feliz, al menos con esa felicidad convencional que era de buen tono en la sociedad burguesa, mi abuela una vez casada quiso continuar tocando la guitarra, su marido le dijo que aquello no era digno de una mujer casada, Irene encerró su guitarra y nunca mas la tocó, pero la conservó durante todas los cambios familiares, como su niño Jesús de Praga, Muchos años después, poco antes de morir, nos notificó que su guitarra seria para el premer nieto que supiera tocarla, un nieto, no una nieta, ninguno aprendió, pero el hijo de su hijo primogénito se la llevo un día diciendo que iba a aprender, no se si lo hizo, pero me alegra pensar que no se perdió.

Mi abuelo dirigió la construcción de los fuertes de Cartagena, después fue nombrado en Paterna para construir el cuartel en el cual, muchos años después, los militares fusilarían tantos republicanos contra sus muros, él ya no vivía, no se si hubiera aprobado el uso que se hizo de los muros de su cuartel, en todo caso prefiero no saberlo.

Mi abuela Irene
Poco más puedo contar de ellos, antes de que entren en la historia directa de mi vida. Quizás una anécdota para acabar el relato de su vida conyugal. Siendo una cría escuche contar por unos y otros, quizás por la propia Irene, la historia de que algunas veces y según los días, cuando su mujer se ponía cariñosa, el señor Castells decía muy serio”Irene, hoy no toca”, yo no sabia lo que tocaba, y nadie quiso explicármelo, ahora que lo se compadezco un poco a mi abuela.

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